Vivimos en una sociedad de consumo en la que la producción masiva de bienes y servicios resulta en una enorme oferta de productos y marcas, y esta extensa variedad en el mercado a su vez lleva al consumo excesivo. Es fácil perderse entre tantas opciones disponibles y hasta llegar a sentir que como consumidores somos nosotros los que debemos acoplarnos a lo que se nos ofrece. La realidad es que la oferta solo existe porque hay una demanda, y es el consumidor, con su decisión de compra, quien tiene el verdadero poder de dictar qué productos permanecerán en el mercado. Pero más que verlo como \”poder\” tenemos que empezar a reconocerlo como una \”responsabilidad\”.
Al comprar cierto producto estamos apoyando su origen, los materiales/ingredientes, el proceso de elaboración, las condiciones laborales de sus trabajadores, su huella de hídrica y de carbono y todo lo que ese producto y esa marca representan. Afortunadamente, en la Era de la Información, en la que estamos todos conectados y tenemos acceso gratuito a una cantidad de información asombrosa, simplemente ya no hay excusa para tomar decisiones desinformadas, y ahora más que nunca tenemos una herramienta muy útil para guiarnos: las certificaciones.
Existen decenas de certificaciones que garantizan transparencia, prácticas sostenibles y responsables en la fabricación, y un algunos casos el desempeño, de una gran variedad de productos, desde comida hasta electrodomésticos y edificios enteros. Por ejemplo, si quisiera asegurarme que mis alimentos son social, ambiental y económicamente sostenibles buscaría en sus empaques el sello de Rainforest Alliance, organización que promueve los cultivos en fincas y plantaciones certificadas para conservar la vida silvestre, proteger los suelos y las vías acuáticas, y asegurar el bienestar de los trabajadores y las comunidades locales. Por ende al adquirir cualquiera de sus productos estamos a la vez apoyando esas prácticas.
Ahora, si estoy en busca de un nuevo apartamento o una nueva oficina, y quiero cerciorarme que la edificación sea sostenible, que mantenga su impacto sobre el ambiente a un mínimo y que esté diseñada para promover el bienestar de todos quienes la habitan, buscaría el sello LEED (Leadership in Energy & Environmental Design). Creado por el USGBC, LEED es el sistema de certificación para edificios verdes más utilizado en el mundo, con más de 2.2 millones de metros cuadrados certificados internacionalmente. LEED busca fomentar la eficiencia hídrica y energética, mejorar la calidad ambiental interior y reducir la huella de carbono de los materiales utilizados en los procesos de elaboración y mantenimiento. Con un solo sello podemos garantizar que viviremos o trabajaremos en un espacio construido que busca convivir en paz con el medio ambiente mientras brinda a sus inquilinos un diseño óptimo para ellos. ¿Quién no querría eso?
Como consumidores debemos empoderarnos y asumir la responsabilidad de que somos quienes guiamos las tendencias del mercado y, por ende, lo que se nos ofrece. A través de las certificaciones el proceso se nos ha facilitado, ya no tenemos que investigar cada producto específicamente, con ver qué sellos tiene un su empaque nos basta para saber qué tipo de producto es. Es cierto lo que se dice, el cambio comienza en casa, y si queremos ver cambios en nuestro planeta y en nuestras sociedades, debemos ser nosotros quienes personalmente lo exigimos día a día con nuestras decisiones.